Debería cambiar el póster.
Cada noche amanecen más temprano los mismos versos que se maquillan de tragedia en mis pensamientos. Se masca la tensión, mi mente haciendo el amor con las ilusiones que emanan de tan negras letras escritas en abreviaturas de una noche de verano.
Fui un aprendiz de fantasma que tarde aprendió las letras que el maestro repetía con letra de cuadernillo en la triste y emborronada pizarra.
A ritmo de indie escondí mis emociones, grité a los cuatro viento que no entendía sus canciones, pero en el fondo, en el triste fondo negro que acostumbra en mi pesar, aquellas putas letras dañaban todas mis noches, corrompían mis sueños y acunaban mis esperanzas.
Ahí fuera estaba oscuro, la ciudad llovía bajo la atenta mirada de las rubias farolas que prometían no volverse a apagar. Hacía tiempo que no me dejaba llevar en un lugar que no conocía ¿me arrepiento? quizás.
Recuerdo llegar como siempre, desorientado, con ansias de grandeza. Poco tardé en demostrar mi de costumbre torpeza perdiéndome en un camino de una sola dirección. Solo yo puedo ignorar los letreros, saltar los muros y aún así asegurar que voy siguiendo el sendero correcto. Aquella estúpida vocecilla no hacía más que repetir que no era aquel el itinerario que había que seguir para llegar a mi destino.
Y pues de voces hablamos, de voces continúo la cosa, entre desconocidas, de sorpresa y soñolientas. Cuando no avisas a una ciudad no esperes que ésta adorne sus calles para ti.
Tengo muchas lagunas de aquel lugar, era un sitio alocadamente tranquilo con una nueva cara allá donde mirase. La gente andaba cabizbaja, propio del mundo actual. Grandes corrientes de agua invitaban a la gente a saltar, los puentes eran largos y, sin duda, si querías desaparecer nadie te iba a buscar. Recuerdo también comidas relucientes en cualquier bar, bebidas sinuosas en algún que otro pub y una nueva sonrisa a la que aún no he podido bautizar.
¿A quién vamos a engañar? Sabemos de sobra cual es la triste y cruel verdad. Yo nunca he estado en Nueva York, pero aquella estúpida ciudad se le parecía.
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